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Recientemente proyectada en el Miami International Film Festival y en el encuentro de cine argentino-europeo Pantalla Pinamar, la película de Jaureguialzo tiene a la ciudad de Buenos Aires como contexto y como el laberinto emocional donde se suceden los encuentros y desencuentros entre estos esposos que -al igual que la dupla autoral- llevan más de 20 años de casados.
Inspirada en el “Ulises”, la película se divide en dos partes bien diferenciadas que describen los mismos momentos de un mismo día, pero vistos desde perspectivas y subjetividades distintas, la de Molly (Roth) y la de Esteban (Grandinetti), que tratan de comprender (y aceptar) qué los mantiene unidos después de tanto tiempo.
“El hecho de que se cuente dos veces lo mismo, desde dos miradas y perspectivas, le da a los hechos más peso y profundidad. Es como el cine en 3D, que necesita de dos proyectores que reflejan lo mismo pero con más profundidad y realismo”, graficó Jaureguialzo en una entrevista con Télam.
En relación a la elección de Roth y Grandinetti para los papeles protagónicos, el director explicó: “Ellos tienen mucha personalidad, profundidad y peso específico. Necesitábamos sentir que estaban pensando en algo, centrarnos más en sus miradas y en su interioridad que en situaciones puntales”.
“También buscábamos dos actores de edad mediana y ellos tenían muchas ganas de trabajar juntos. A Cecilia le emocionó la lectura del guión porque le recordó la relación que tenían sus padres. Creo que un poco la obra de teatro que están haciendo ahora derivó a partir de su encuentro en esta película”, señaló Jaureguialzo.
El cineasta se refiere a “Una relación pornográfica”, la obra teatral que dirige Javier Daulte y que Roth y Grandinetti protagonizan -en la sala Neruda del Paseo La Plaza- en base al libro de Philippe Blasband, que fue llevado al cine en 2000 por el director belga Frederic Fontayne, con Nathalie Baye y Sergi López en los roles protagónicos.
Con Manuel Vicente, Susana Lanteri, Andrea Garrote y Rafael Spregelburd, “Matrimonio” cuenta con un guión de Marcela Silva y Nasute, esposa del director, quien señaló que “toda película tiene algo autobiográfico".
"Mi mujer -prosiguió- escribió el libro, yo la dirigí y la película se llama `Matrimonio`. Tenemos 22 años de casados y no nos es ajena la problemática. Podemos decir que conocemos bien el paño”.
La película habla del amor en la madurez y de los sentimientos encontrados que se producen entre los miembros de una pareja, pero lo hace describiendo “el conflicto interno de los protagonistas, su monólogo interior, el fluir de su conciencia. Se debía ver en la pantalla lo que estaban pensando los personajes”, dijo Jaureguialzo.
Según explicó, “el foco está puesto en lo que piensan y sienten con respecto a ellos mismos y sus seres queridos. Está puesto en cómo se ven el uno al otro. Lo que aman, lo que odian, lo que los obsesiona, exaspera, angustia o les da placer del otro”.
“Ella está deprimida y ese es un tema que le interesaba a Marcela, sin contar lo que la llevó a esa depresión, sino más bien el desequilibrio, el altibajo que provoca esa situación angustiosa".
"Queríamos centrarnos en el estado de ánimo de los personajes”, agregó el cineasta, que tiene experiencia como asistente de dirección en más de 50 filmes.
Jaureguialzo recordó que “la génesis del guión fue un concurso de guiones del subte porteño, a partir del cual surgió la idea de un recorrido por una ciudad que en este caso es Buenos Aires y que tiene un peso específico en el relato. La ciudad interviene pero no interfiere, nunca está en primer plano”, aclaró.
En relación al libro de Joyce, el director indicó que “la estructura es fundamental porque es claramente lo que pasa en un día. Su talento reside en contar hasta el detalle más mínimo del personaje. El fluir de la consciencia del personaje, cómo se concatenan sus pensamientos, la simultaneidad que existe en su mente de ideas que no tienen nada que ver. Al intentar narrar eso, tomamos esa estructura”.
“El código era que todo ocurriría en un día: la cotidianidad, lo que se actúa y lo que se piensa y que se repite pero desde dos ópticas diferentes, aunque siempre con los mismos elementos comunes a la historia de los dos. Descubrimos que había elementos que tenían un peso para el espectador y nos servían para poder hacer una transición entre el relato de él y el de ella”.
“La película trata de ser muy ascética en el relato, sin irse por las ramas, y eso pasa también en la luz, el arte y el sonido, porque no queríamos que hubiera nada que distrajera. Como una película de cámara, como si fuera una orquesta comprimida con muy pocos elementos pero muy específicos”, definió Jaureguialzo.
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