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JUL
Emilio Disi llega con

El actor reivindicó el humor “blanco” y dijo ese género en televisión entrará “en extinción”. Anticipó que la película no es del tipo "que gustan a los críticos" pero "gusta y lleva mucha gente".

"La frase que más escucho es gracias por haberme hecho reír tantos años". Así lo afirmó Emilio Disi durante una entrevista con La Capital previa al estreno de "Bañeros 4: Los rompeolas", la cuarta comedia sobre un grupo de personajes que van por su segunda generación de fans. En este filme, que como los anteriores transcurre durante unas vacaciones de verano en Mar del Plata, Disi forma parte del grupo que lucha contra un inescrupuloso empresario que quiere acabar con un balneario y su acuario. Lo acompañan Pablo Granados, Pachu Peña, Karina Jelinek en su debut en cine, Luciana Salazar, Fátima Florez, Daniel Araoz, Paolo "El rockero", Mariano Iúdica y Freddy Villarreal.


El actor subrayó el carácter popular de la propuesta y comentó: "Sabemos que en este tipo de películas las críticas están hechas antes de que se estrenen. No son películas que gustan ni a los críticos ni a los especialistas en cine. Es un cine muy popular, muy comercial, pero que gusta y que lleva mucha gente", algo con lo cual acordó Villarreal (ver aparte).


—¿Qué significa para vos este regreso a los "Bañeros..." que sos uno de los integrantes históricos de la saga?


—A mí fundamentalmente me divierte mucho. Es una película donde el libro es lo de menos, es cuestión de inventar cosas, gags, chistes. Y me tocó un elenco piola con Pachu, Pablo, Freddy, Mariano Iúdica, son tipos con mucha inventiva y las filmaciones se te hacen muy llevaderas, muy entretenidas porque todos proponen cosas distintas de lo que está escrito en el libro y tenés que elegir.


—¿El director Rodolfo Ledo está de acuerdo con tanta inventiva, con que no sigan el libreto?


—Un poco enloquece, pero como conoce el paño y ya dirigió varias de los Bañeros, sabe de qué se trata. Entonces de entrada te dice "aporten lo que quieran, pero el filtro soy yo". Se hace mucho más llevadera la cosa. Cuando tenés un director permisivo es más piola.


—¿Qué le da vigencia a este tipo de película, con casi los mismos personajes y el mismo estilo de humor, porque también podría ser un fracaso después de casi treinta años?


—Tengo la sensación de que con los "Bañeros..." se podrían haber hecho una por año, o con los "Exterminators", o los "Pilotos...", o "La Brigada Explosiva"... Vos sabés que en una época se hacían tres películas para verano y tres para invierno. Una de Porcel y Olmedo, otra de Altavista y Calabró y otra nuestra, para vacaciones de invierno y para vacaciones de verano. Y funcionaban muy bien. Y de repente se dejaron de hacer. Se murieron Olmedo y Porcel, y también Altavista. Se dejaron de hacer pero no había un motivo aparente porque cada vez que se hacen funcionan. Fijate que la anterior de los "Bañeros..." vendió casi un palo quinientos. Tengo la sensación que son interminables, que se pueden hacer tranquilamente una o dos por año. Es este tipo de cine que no hay, es cine para chicos y nacional. El humor blanco para toda la familia se dejó de hacer con las películas nuestras. Me parece que el cine para toda la familia es un espacio que se dejó de hacer, para que se diviertan, porque estoy hablando de comedias, no de dramas. Es una pena porque es un cine que gusta y mucho. No hablemos de calidad ni de... Nosotros sabemos que este tipo de películas las críticas están hechas antes de que se estrenen. No son películas que gustan ni a los críticos ni a los especialistas en cine. Es un cine muy popular, muy comercial, pero es un cine que gusta y que lleva mucha gente.


—¿Te produce algún prurito trabajar en estas películas?


—Para nada. Si la función es hacer reír y hacer divertir, no me molesta para nada. A mí lo que no me gusta es el humor grosero, ordinario, escatológico, pero mientras sea humor blanco y para toda la familia, bienvenido sea. No tengo ningún tipo de prurito en hacer este tipo de películas. Y este tipo de películas son las que permiten hacer seis, siete, ocho operas prima. Sin este tipo de película que recauda mucha guita y hace que entre plata al Instituto, no se podría hacer otro tipo de cine.


—¿Esas críticas te duelen, te parecen injustas?


—Ya me acostumbré. Nosotros, con Francella, con los chicos, con Berugo Carámbula, jugábamos cuando estábamos haciendo una película a qué iban a decir los críticos, y nunca nos equivocábamos con la frase que iban a decir (risas). Pero está bien. Es bastante lógico que a determinado crítico no le guste este tipo de cine. Y no me parece mal que la critiquen pegándole palos. Son maneras de pensar, de decidir qué prefiere cada uno. No tenés porqué enojarte si no te hacen una buena crítica porque estás haciendo un producto que vos sabés que es popular, que es comercial. Si lo tenés claro es muy difícil que te duela.


—Es algo similar a la polarización que suele haber con las opiniones políticas. ¿Qué pensás de los actores que se dedican a hacer política?


—No me parece mal el tipo que quiere participar de política. Yo no lo haría ni en pedo tomar una bandería política. Me parece que eso lo actores lo pagan caro a la larga. A las pruebas me remito: los dos o tres que se han metido en política, claramente con el tiempo han salido perjudicados.


—Miguel del Sel se dedica a la política...


—Es como tiene ganas, si le gusta, que lo haga. Yo quiero saber cuál es el final. Miguel es un tipo muy serio, muy honesto, muy ingenuo, y esas cosas las podés llegar a pagar con sangre, sudor y lágrimas. La política tiene ese aspecto oscuro, sucio, y no sé si Miguel está acostumbrado a eso.


—La comedia es algo que te identifica...


—Cuando salí del Conservatorio estuve siete años en el San Martín haciendo todo tipo de drama, tragedia, y hoy lo que más me gusta es hacer reír a la gente. Pero de vez en cuando me llaman para hacer "Querida voy a comprar cigarrillos y vuelvo" o "Muerte en Buenos Aires", cuando me llaman para hacer algún personaje medio dramático me encanta. Pero lo que más me gusta es hacer reír a la gente. Me gusta la comedia diez veces más que el drama. Vos sabés qué lindo es que venga alguien por la calle y te mire y te sonría... Ya está: cartón lleno. Cuando veo eso digo "la misión está cumplida". Además la frase que más escucho es gracias por haberme hecho reír tantos años.


—Hace poco hiciste "Embarcados a Europa" para la Tevé Pública. ¿Qué te pareció la experiencia?


—La filmamos en Francia, España, Italia, un producto realmente distinto, hecho con una calidad, con un director de fotografía italiano, dos directores argentinos. La verdad, un producto impecable. Y ahora, después del mundial, empiezo el sketch con Susana Giménez, y sigo con el programa de humor que tenemos con Miguel del Sel en Miami hace nueve años ("Dinamitados"). Viajamos cada tres o cuatro meses y lo grabamos.


—¿Cómo ves la televisión abierta, donde no se te ve con tanta frecuencia?


—Los mejores productos en miniserie los estoy viendo en la Televisión Pública. La televisión de hoy no tiene programas cómicos, no tiene comedia. La comedia la hacen los periodistas que conducen los programas de televisión. Los cómicos ahora son los conductores de programas periodísticos. Lentamente va a desaparecer la profesión de cómico en Argentina. Además de programas, tampoco hay autores. Si encontrás un autor que escriba un sketch o una comedia es un milagro. Y actores con experiencia en comedia o en programas cómicos tampoco hay. Dentro de muy pocos años va a ser una raza en extinción. Si te fijás bien, los conductores de programas periodísticos terminan siendo tipos graciosos, divertidos, que hacen sketches, cantan, bailan, hacen parodias de las cosas políticas. Son los nuevos cómicos de la televisión.


—¿Qué pasó en el medio, porque en el mundo hay canales dedicados a la comedia?


—Es justamente económico. Tenés uno o dos autores, si pedís cuatro autores te dicen que es imposible. Cuando pedís un elenco más o menos grande te dicen que es imposible. Cuando pedís dos días de grabación te dicen uno. Y lo peor de todo es que se reservan el derecho de que si no funciona muy bien lo cambian de horario al segundo programa. Así es imposible que un programa funcione. Acá lo que funciona y que rinde económicamente son las tiras. Hacés una comedia una vez por semana y económicamente no rinde. Y hacer un programa todos días con humor, a los tres meses te querés pegar un tipo en las bolas y querés matarte. Pero tampoco podés hacer un programa de humor todos los días porque no te da el cerebro para hacerlo. Terminás haciendo una rascada.


—¿En Miami no se vive de esa manera?


—Para nada. No tenés problemas. Querés cuatro, cinco, seis autores, te lo pagan. Querés diez actores y diez actrices, te dan eso, cuántos días querés filmar... Es totalmente distinto. Acá hicimos "Rompeportones" y "Petardos" y no lo pudieron vender ni a Uruguay. Telemundo compró "Rompeportones" y al mes estaba vendido en catorce países, casi en toda Latinoamérica. Tienen otro sentido comercial de la cosa. Y si funciona, cada vez va a haber más.



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