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El cantante canadiense, que actúa esta noche en el Club GEBA, dice que siente que aún tiene que demostrar cosas aquí, y que en la calle la gente no lo registra y le pide que les saque fotos con Luisana.
Hay cosas difíciles de imaginar cuando se habla de figuras internacionales que viajan por el mundo, se llevan al altar a una de las mujeres más hermosas del país, como Luisana Lopilato, o graban discos con Barbra Streisand. Michael Bublé está a punto de borrar de un plumazo una fantasía colectiva. Mientras desploma su cansancio sobre la mesa de un hotel en Nordelta (cerquita de la casa que comparte con su mujer y pequeño hijo Noah), recién llegado de Canadá -con una escala en Estados Unidos y un poco de dolor de cuello a cuestas-, el cantante que se llevó tres Grammy, varios Juno Awards y vendió más de 30 millones de discos, derriba el mito: ¿Las estrellas no viajan en primera? “No sé los demás, pero yo muchas veces viajo en turista. La gente no se sorprende al verme, ni me pide que cante en el viaje (risas); pero la tripulación, ¡sí que son efusivos! Me piden fotos y suelen invitarme a la cabina”, cuenta Bublé, con cara de pícaro porteño.
Recibirse de “argento” es la gran meta que pretende cumplir el croonercanadiense, que esta noche llega al Estadio GEBA en el marco de su tour To Be Loved. “Vengo de tocar en 30 países y debo haber hecho alrededor de 149 shows en esta gira, y si bien yo vivo acá en Argentina, no se suponía que cantara en Buenos Aires”, confiesa.
La situación económica del país -dice- era uno de los motivos por los cuales su compañía discográfica le había sugerido hacer una escala musical en algún otro país de la región que resultara más rentable. “Pero yo les dije, ‘éste es mi país’ . Te aseguro que nadie, pero nadie, sacando a los argentinos, alentó a ‘ Me-ssi-y-los-mu-cha-chos ’ como lo hice yo durante el Mundial. No te rías, porque es verdad. Mi bebé es argentino, y ahora éste es mi país. Quiero que mi esposa se sienta orgullosa del show que voy a dar.
¿Por qué tanta presión?
Es que siento que todavía tengo que demostrar cosas, ¿sabés? Yo acá no soy “Michael Bublé”. Acá soy “el marido de Luisana Lopilato”. Para darte un ejemplo, cuando salimos a pasear con ella, la gente la para para sacarse una foto, me dan el celular a mí, y ni me registran. Quedo como pintado, no se dan cuenta de quién soy. Obviamente, saco las fotos.
Ya conocés la fama que tiene el público argentino.
Con ustedes no se puede comprar el respeto. Hay que ganárselo.
¿Qué opinión creés que la gente tiene de vos?
Creo que dicen: “ Es un buen tipo, y tiene un lindo hijo con Luisana ”. Pero yo pretendo otra cosa. Quiero que la gente diga: “Es nuestro, vive aquí y es argentino”.
Pasó más de un mes desde que ‘Mike’, al igual que muchos famosos, inundó las redes sociales con su video helado del Ice Bucket Challenge, en el que desafió a su amigo Bryan Adams y a su esposa Luisana. El integra el grupo de los que recibieron el baldazo y ayudaron económicamente a la campaña para concientizar sobre la Esclerosis Lateral Amiotrófica. También colabora con el Hospital de Niños BC de Vancouver y junto a Luisana y otros famosos (el rapero Snoop Dogg, entre ellos) compraron parte de la compañía americana Dog For Dog, cuyo lema es “You Buy One, We Give One” (comprás uno, donamos uno), para ayudar a mascotas que viven en refugios. No le gusta hacer pública esa faceta, pero admite: “Con Lu somos muy agradecidos de la vida que tenemos y tratamos de devolver lo que podemos. Dios nos bendijo con la familia y con las carreras que tenemos. Y sé que suena egoísta decir ‘ ayudo porque eso me hace sentir bien ’, pero de alguna manera es así. A la vez -no sé por qué es tan difícil de explicarlo- creo que está mal hacerlo público.
Hablás de Dios. ¿Creés que lo que te sucede es una cuestión de fe?
Sabés... hice un trato con Dios. Le dije: ‘Desde muy chico le pedí ser cantante.’ Quería esto que tengo para mi vida, y llegar a ser quién soy. El tema de la caridad, por ejemplo, tiene que ver con eso. Una cosa hermosa que crece a medida que yo obtengo más, y sobre todo desde que soy padre. Veo a Noah, tan chiquito, y no puedo ni llegar a imaginar lo que algunas familias a veces tienen que atravesar. No tengo la capacidad de ponerme en ese lugar, porque realmente me rompe el corazón.
¿Qué cosas cambió Noah en vos como artista?
Que él es la prioridad de mi vida. Ser un profesional de la música, mejor de lo que alguna vez fui, implicó darlo todo por la música. Antes de ser padre, para mí la profesión era todo; era mi foco, el número uno en mi lista, y todo lo demás podía esperar. Y la verdad es que tampoco hubiese llegado a estar donde estoy si no hubiese sido así de egoísta en cuanto a mi carrera durante todo este tiempo. Si no hubiese estado enfocado, sé que no habría llegado jamás hasta acá. Amo a mis amigos y a mi familia, pero tuve que relegar esa parte de mi vida durante gran parte de mi carrera, que requirió concentración y soledad. Ahora Noah y Luisana son mi prioridad, y al mismo tiempo soy más libre.
¿Cómo es eso?
Te doy un ejemplo. Grabé un dueto junto a Barbra Streisand (para el disco Partners, que sale a la venta el 16 de este mes) y le conté que estaba muy nervioso. Me preguntó por qué y yo le hablé de cuánto la admiro y le confesé que estaba presionado porque todo saliera bien en la grabación de It Had To Be You, el tema que hicimos juntos. Y que cinco minutos antes de salir hacia su casa, mientras me lavaba los dientes, me miré al espejo y me dije: ‘Ya sabés qué es lo número uno ahora en tu vida, todo lo demás es diversión’.
Ella habló maravillas de vos.
¡Y eso que no me tenía fe! Cuando tenía 20 más o menos (el martes cumplió 39) canté en una fiesta en su casa, para entretener a invitados como Silvester Stallone. Todavía no era conocido y ella y Natalie Cole dijeron ‘mmm, no veo cómo este chico va a poder ganar plata en este negocio’ (risas). Si todos nos dejáramos llevar por lo que nos dicen cuando somos jóvenes o recién empezamos una carrera... Creo que crecí mucho y aprendí mucho de esa experiencia.
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