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n el marco de la celebración por el Día del Trabajador, Francisco emitió un particular discurso.
"Los aliento a custodiar el espesor del presente; a rehuir la información de consumo fácil, que no se compromete; a reconstruir los contextos y explicar las causas; a acercarse a las personas siempre con gran respeto; a aportar a los lazos que constituyen y refuerzan a la comunidad", les dijo el pontífice a los presentes
"Nada como la misericordia crea cercanía, suscita sensaciones de proximidad, favorece el encuentro y promueve una conciencia solidaria. Es el camino para contribuir a la renovación de la sociedad en el sentido del bien común, de la dignidad de cada uno y de la plena ciudadanía", agregó.
"Escuchen, profundicen, confronten. Aléjense de los callejones oscuros en los que se debate el que presume de haber ya entendido todo. Contribuyan a superar los enfrentamientos estériles y dañinos", prosiguió
El Papa le auguró a los periodistas católicos "superar la tentación de no ver, de alejarse o excluir. Los aliento a no discriminar; a no considerar a nadie como sobrante; a no contentarse con aquello que ven todos", dijo.
"Que nadie les dicte su agenda, excepto los pobres, los últimos, los que sufren. No engrosen las filas de los que corren a contar aquella parte de la realidad que ya está iluminada por los reflectores del mundo. Partan desde las periferias, conscientes de que no son el final sino el principio de las ciudades", aconsejó Jorge Mario Bergoglio
"Solamente apagando el rumor del mundo y nuestras propias conversaciones es posible escuchar, que resulta la condición primordial de toda comunicación", dijo
"José es el hombre del silencio. A primera vista podría parecer la antítesis del comunicador, pero el silencio de José está habitado por la voz de Dios y genera esa obediencia de la fe que lleva a configurar la existencia dejándonos guiar por su voluntad", sostuvo ante los trabajadores de prensa.
Bergoglio advirtió: "También como Iglesia estamos expuestos al impacto y a la influencia de una cultura de la rapidez y la superficialidad, en la que más que la experiencia cuenta lo que es inmediato, lo que se halla al alcance de la mano y puede ser consumido pronto; más que la confrontación y la profundización"
"Nos arriesgamos a exponernos a la pastoral del aplauso, a un aplanamiento del pensamiento, a una desorientación difundida de opiniones que no se encuentran. San José nos recuerda la urgencia de reencontrar un sentido de la sana lentitud", concluyó Francisco
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