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Esta página de nuestra historia comenzó el 2 de Abril de 1982, donde Argentina recuperó la posesión de nuestras Islas Malvinas.
El combate armado entre Argentina y Reino Unido, disputó la soberanía de las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur, ubicadas en el Atlántico Sur.
La dictadura cívico-militar inició el desembarco de tropas en las islas Malvinas, que fueron tomadas por Inglaterra en el año 1833. El conflicto armado concluyó el 14 de junio de 1982 con la rendición de la Argentina y provocó la muerte de 649 soldados argentinos, 255 británicos y 3 civiles isleños.
ALGUNAS HISTORIAS DE NUESTROS HÉROES DE MALVINAS:
Carlos Esteban Rivadero es vecino de Villa Allende y ex combatiente de Malvinas. El 31 de enero de 1982, fue enviado al Regimiento de Infantería N° 8 en Comodoro Rivadavia. Era domingo a la mañana, y un mundo desconocido se abría paso ante él.
El lunes, él y otros 2000 jóvenes fueron “cargados en un camión” y llevados al aeropuerto, obligados a oficiar como soldados, sin conocer su destino. Lo que sintió en aquel momento fue contundente. “Se nos rompió el alma, se nos caían las lágrimas”, confesó. Del grupo, unos 1800 soldados se instalaron en el sur y, durante dos meses, realizaron una instrucción.
“Nos enteramos que se habían tomado las Malvinas y saltamos de alegría, dijimos que sería lindo ir y así pasó. No lo elegimos, justo nos tocó”, rememoró Carlos. El 4 de abril desembarcaron en las islas. Rivadero fue elegido para la patrulla de exploración. A veces, se encargaba de buscar comida en la base, recorriendo entre 10 y 15 kilómetros a pie. En el medio, cumplió 19 años, lejos de su familia y de cualquier festejo.
Eran días grises, pero el más oscuro de todos fue el 15 de junio. “Nos llamaron cuando se rindió el ejército. Fuimos a la base, la bandera inglesa ya estaba izada, y la nuestra, tirada en el piso. Fue lo peor que nos pudo pasar”, rememoró con tristeza.
Los combatientes arribaron al buque Canberra, luego fueron trasladados al Norland y encerrados en camarotes en grupos de tres, para iniciar la vuelta a casa. El destino era incierto y los rumores abundaban, pero el 19 de junio pisaron suelo argentino. Esa fecha hoy se recuerda como “el día que Puerto Madryn se quedó sin pan”, por alimentar a los soldados que regresaban a la patria.
Al poco tiempo, Carlos emprendió el camino hacia su hogar, en Villa Allende. “Llegué, le golpeé la puerta a mi hermana, en el centro de la ciudad, y luego fui caminando a la casa de mi mamá. No me reconoció, le tuve que decir: mamá, soy yo, tu hijo, Carlos”, recordó.
Daniel Noel también tenía 18 años cuando fue incorporado al Regimiento de Infantería N° 25 en Sarmiento, Chubut. Fue uno más de los tantos convocados para el servicio militar obligatorio, alejado de Laboulaye, su pueblo natal.
Para cuando arribó a las Malvinas, ya tenía 19. En la guerra, se desempeñó como soldado conscripto. “No tenía ningún cargo. Como tenía buen físico, era apuntador de MAG, una ametralladora grande y pesada”, explicó.
“Salimos para las islas el 27 de marzo, sin saber a dónde íbamos. Nos habían dicho que nos dirigíamos a hacer un ejercicio en conjunto con las tres fuerzas armadas. Fuimos en camiones hasta Comodoro Rivadavia, y de ahí, en avión a Puerto Belgrano, donde había mucho movimiento”, recordó Noel. El 28 de marzo, los jóvenes se hicieron a la mar, en medio de la incertidumbre.
“Habíamos tenido solo un mes y medio de instrucción. Nos enseñaron a vivir en carpa, a comer lo que había y hacer ciertos ejercicios que nos iban preparando para la guerra, pero en ningún momento nos dieron un arma, hasta el 27 de marzo”, señaló.
Las jornadas en las islas eran largas y tortuosas. Todos los días, los ingleses los bombardeaban desde fragatas o aviones que volaban fuera de su alcance. “Lo que hicieron los británicos fue una guerra psicológica, de desgaste, durante todo mayo”, explicó.
El 12 de mayo, la mitad de sus compañeros murió en combate: 12 soldados de los 25 que formaban el regimiento. La situación se estaba volviendo límite. “Queríamos que la guerra terminara, que saliéramos victoriosos o que muriéramos, pero que se acabara de una manera u otra. Desgraciadamente, terminó con los británicos izando de nuevo su bandera”, lamentó el veterano.
Al volver a casa, Daniel se enfrentó al desafío de reencontrarse con su juventud. “El primer tiempo fue difícil porque estábamos en shock. Mi tío me recibió llorando en Buenos Aires y yo no entendía por qué. ‘Hace veinte días que no sabemos nada de vos’, me dijo”, recordó.
“Además no teníamos cabida en la sociedad, creían que estábamos locos”, siguió relatando, aunque afirmó que, actualmente, el pueblo sí los reconoce. “Falta que lo hagan las instituciones. El Ejército Argentino, al cual yo representé, nunca nos reconoció ni con un desfile, pero la gente nos contempla todo el tiempo, es un agradecimiento eterno hacia nosotros y de nosotros hacia ellos”, concluyó el actual vecino de Villa Allende.
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