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El 2 de abril de 1982, la dictadura cívico-militar inició el desembarco de tropas en las islas Malvinas, usurpadas por Inglaterra desde 1833.
El conflicto armado concluyó el 14 de junio de 1982 con la rendición de la Argentina y provocó la muerte de 649 soldados argentinos, 255 británicos y 3 civiles isleños. Se considera que la derrota militar aceleró el fin de la dictadura.
El 22 de noviembre de 2000 el gobierno nacional estableció el 2 de Abril como el Día del Veterano y de los Caídos en la guerra de Malvinas.
RELATO DE UN EX COMBATIENTE DE MALVINAS
Miguel Angel Rodríguez, ex combatiente de Malvinas, es ejemplo de lucha y resiliencia. Integra la Asociación de Combatientes de Malvinas de Avellaneda, Pcia. de Buenos Aires, desde el cual ayuda a compañeros y sirve de inspiración a chicos y jóvenes interesados en conocer su historia. Es deportista y educador. Su historia es la historia de cientos de soldados que lucharon por nuestra patria y hoy día sienten el compromiso de retribuir a la sociedad lo que el país les ha procurado.
REGIMIENTO 6 DE INFANTERÍA
Esta historia comienza cuando tenía 21 años y fue llamado a presentarse en el Regimiento 6to de Infantería de Mercedes, provincia de Buenos Aires, tres días después del desembarco de las primeras tropas en la isla Soledad, Malvinas.
"Habían llamado a varios amigos y yo pensé que a mí no me tocaría, porque el 2 de abril habían llamado a todos. Así que 3 días más tarde, cuando regresaba a mi casa, mi hermana me esperó en la puerta con la carta”.
Los días siguientes transcurrieron de manera vertiginosa. Entre los preparativos en el Regimiento y el traslado de las tropas a Río Gallegos, Miguel Ángel terminó pisando la isla Soledad el 13 de abril de 1982.
“Tuvimos que caminar unas 10 horas hasta llegar a nuestra posición, donde cientos de pozos de zorro aguardaban por nosotros. Eran huecos de 40 centímetros de ancho por 1 metro y pico de alto. Allí pasamos interminables horas de la guerra. Mi vida entera la recorrí más de 500 veces dentro del pozo”, relató.
La madrugada del 01 de mayo le sorprendió la ráfaga de disparos desde un avión. Un proyectil cayó a 800 metros de su pozo y las esquirlas devastaron todo alrededor. A él no le tocó ni un ápice de piel.
“Desde esa noche no pude cerrar un ojo. Sobre todo porque sabía que una parte de nuestra sección estaba al otro lado de la isla para enviarnos una alerta temprana si los ingleses llegaban a desembarcar. Dos días después se acabó el racionamiento y paulatinamente decidimos buscar desperdicios en el basural. Hasta ese día teníamos 22 días sin bañarnos”.
Las tropas inglesas entraron el 13 de junio a la isla y la rendición ocurrió al día siguiente. Una semana después, Miguel Ángel regresaba a su casa con una mochila a cuestas, 11 cartas y un telegrama enviado por su madre. Estaba vivo y no lo podía creer.
El penúltimo tren que tomó, cuyo destino final sería Mercedes, le deparó un par de situaciones que atesoraría para el resto de su vida. La más emotiva:
“Un señor en el tren nos preguntó de dónde veníamos y mis compañeros y yo –éramos 3- les contestamos que de la guerra. Entonces nos citó a la mañana siguiente a su local para compensarnos lo que hicimos por la patria: esa mañana nos vistió de pies a cabeza”.
74 DÍAS EN MALVINAS
Miguel Ángel Rodríguez estuvo 74 días combatiendo en Malvinas. Recuerda, como si fuera ayer, el sonido de los cañones que lanzaban los ingleses desde los barcos, pero también lo piadosos que fueron estos al ofrecerles alimentos, cuando ya la tropa inglesa había tomado la isla, y los mismos se indignaron al comprobar que los oficiales argentinos habían escondido la comida a sus soldados.
El presente lo vive como si fuera la última vez y todos los días agradece estar vivo. Sus días transcurren entre las charlas a chicos y jóvenes de la primeria y el bachillerato, que dan lo que sea por oír sus historias; la Asociación de Combatientes de Malvinas en Avellaneda, y las charlas semanales con grupos de apoyo de ex combatientes.
Es maratonista y compitió en las olimpiadas de combatientes de 2004. Y de allí en adelante en cuanta maratón pueda. Vive con su familia y se siente en paz con él mismo. “Si me llamaran a luchar, volvería nuevamente sin pensarlo”.
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