ENE
El santafesino Marcos René Maidana, flamante campeón welter AMB, se refirió a la megapelea millonaria con la que sueña realizar este año ante el invicto estadounidense; “Hay que meterle mucha, mucha presión, parecido a lo que hice ante Broner, y un poco más también, no respetarlo y estar muy bien entrando”, adelantó el Chino
La fiereza que lo caracteriza sobre un ring es cosa del pasado. Habla pausado pero sin dudar; juega, abraza y besa a su hijo Yoyo –quien cumplirá 10 años el próximo 29 de abril– y, su mirada penetrante, la misma que se clava en el alma de cada rival cuando lanza sus golpes, se ilumina y enternece al ver a Mariana, quien traerá al mundo a Emilia el venidero 15 de marzo y lo convertirá en padre por segunda vez. Sí, la plena madurez de sus 30 años asoma en cada uno de sus poros y, la enorme humildad, es su inconfundible marca registrada.
Lejos del duro trabajo en Oxnard, California, donde se entrena antes de cada presentación, de la adrenalina propia de cada combate, de los flashes que lo iluminaron en los últimos días y, en la paz de su hogar de Calchaquí, 210 kilómetros al norte de la capital provincial –y a 20 de su Margarita natal–, el santafesino Marcos René Maidana (35-3, 31 ko), flamante monarca welter AMB, recibió en exclusiva a Ovación y habló de todo: sus inicios en el boxeo, los obstáculos que debió sortear a lo largo de su trayectoria, los dos coronas welter junior AMB que conquistó antes de su salto a las 147 libras o 66,678 kilos, su brillante presente y su más que auspicioso futuro, donde asoma una megapelea millonaria frente al invicto estadounidense Floyd Mayweather, Jr. (45-0, 26 ko) y, como guerrero de raza que es, no se achica ante tamaño desafío. Firme y decidido, el Chino confía en sus condiciones y en dar el gran golpe: “Mayweather no es invencible”, avisó.
—Cuando debutaste en welter, perdiste ante el estadounidense Devon Alexander. ¿Te imaginabas que, menos de dos años después, serías el campeón mundial de la división, tras dejar sin invicto nada menos que a Adrien Broner y, además, serías distinguido como el mejor deportista de 2013 de nuestro país al recibir el prestigioso Olimpia de Oro?
—Devon Alexander es un buen boxeador y me ganó bien. En ese momento pensé: “Esta categoría no es para mí y, este nivel, es muy difícil”. Debía decidir qué iba a hacer y, entonces, me llamó (su asesor) Sebastián Contursi y me dijo que tenía un entrenador con el que iba a andar muy bien. Así fue que en mayo de 2012 empecé a trabajar con (el estadounidense) Robert García. Volví a pelear y ganar, cambié en algunas cosas, como mi guardia y mi defensa, y me vi bien. Volví a tener ganas de pelear. Cuando perdí con Alexander dudé si seguía boxeando o no. En ese momento yo venía bien en mi carrera y, en esa pelea, perdí, y perdí mal, me dio una paliza (se ríe). No sabía qué hacer y tenía dudas de cara al futuro. Pero con Robert volví a ganar y mejoré en mi boxeo. Y, ahora, soy campeón mundial de la categoría en la que dudé en seguir. Le gané bien a Broner, que era el favorito, el elegido de la televisión y los promotores, y el que decían que era el sucesor de Mayweather. Esta pelea fue muy linda y muy importante para mí. Y, los premios que me dieron, reconocen el esfuerzo que hice para lograr todo esto. Es muy lindo y muy importante ganar estos premios, como antes lo hicieron (Carlos) Monzón y el Zurdo (Julio César Vásquez) para el boxeo de Santa Fe. Y para cerrar el año, también me dieron el Firpo de Oro de la Uperbox (Unión de Periodistas de Boxeo de la Argentina). La verdad, es que el 2013 me dio mucho.
—Decías que la pelea con Broner sería la más difícil de tu carrera, pero te impusiste con gran amplitud y lo superaste en casi todo el combate. ¿Cuáles fueron las claves para derrotarlo?
—Fue una pelea difícil. Yo estaba bien entrenado y me salió todo lo que habíamos practicado en el gimnasio. Por eso, esa noche me salieron todas. Hicimos las cosas como las habíamos planeado. Por momentos se hizo difícil, pero la pudimos ganar. Salí de entrada a buscar el nocaut, porque ése era el plan, noquearlo y no llegar a las tarjetas para no estar preocupado por los jueces. Lo presionamos desde el inicio y no lo dejamos pensar. Tiré muchos golpes, sobre todo al cuerpo y, cuando pude, a la cabeza. Había que estar todo el tiempo encima de él y no dejarlo hacer nada. Busqué ganar antes del límite, hasta lo tiré dos veces, pero no se pudo y, los jueces, terminaron haciendo bien su trabajo y me dieron el triunfo.
—¿Tuviste temor de que el árbitro te descalificara cuando Broner simuló no poder continuar tras tu cabezazo del 8º round, cuando lo habías derribado por segunda vez y la estaba pasando mal?
—Y, un poquito de miedo tuve... Por un momento, me preocupé por lo que pudiera pasar si él no se levantaba. Pero lo hizo y, cuando el árbitro me descontó un punto, creo que también le dio ánimo a él para seguir, y que pensara que podría dar vuelta la pelea con el punto que me habían sacado. El público vio que Broner estaba haciendo teatro y lo abucheó por exagerar el efecto del cabezazo y tirarse a la a lona, porque no fue para tanto. Igual hay que decir que tuvo bastante coraje porque se plantó a pelear y no fue para atrás, tuvo corazón y no salió a correr por el ring.
—¿Cuándo sentiste que esta pelea era definitivamente tuya?
—Cuando terminó estaba conforme porque había hecho una buena pelea, tiré mucho, lo había golpeado bastante, y hasta lo derribé dos veces, pero no sabía qué fallo darían. Viste que por ahí los jueces salen con un martes 13… Por eso, recién me sentí campeón tras el fallo, y me dije: “¡Le gané!”.
—En la previa, en las conferencias de prensa y hasta en la pelea, Broner te provocó y buscó que reaccionaras. ¿Cómo hiciste para mantenerte frío y concentrado y no entrar en su juego?
—Compartí una cartelera con él y vi cómo actuaba con el rival. También vi videos de sus peleas y de las cosas que hacía en el ring. Por eso, ya sabíamos que iba actuar así conmigo y, mi entrenador y mi equipo, me dijeron que no me
prendiera en el juego de él. Que lo dejara hacer lo que quisiera total, arriba del ring, íbamos a estar los dos solos. No soy de hablar mucho, dije que lo haría con mis puños en el ring, y así fue. El habló antes, y yo después, cuando me descargué en el ring.
—¿Le darías una eventual revancha a Broner, como él la pidió?
—Si se llega a un buen acuerdo, no tendría problemas. Pero , ahora, estamos viendo si se podría tener la oportunidad de pelear con Mayweather. Sé que es difícil, pero quiero pelear con él.
—Muchos señalaban a Broner como el sucesor de Mayweather. Pero le ganaste con claridad y, ahora, querés enfrentar el indiscutido Nº 1 libra por libra del mundo. ¿Es posible lograr cerrar un acuerdo para medirte con él?
—Todos quieren pelear con él, no sólo por lo deportivo, por enfrentar el mejor del mundo sino, también, por las buenas bolsas que se cobran. Sería bueno que me dé una chance. Ojalá se dé. Iría a ganarle. No sólo iría a buscar una gran bolsa, también a ganarle.
—Cuando regresaste al país, dijiste que únicamente pelearías con Mayweather. ¿Es tan así?
—Sí. En 2014 quiero esta pelea. A lo sumo haré alguna en la Argentina si no sale ésta. Si no se arregla el combate con Mayweather, es difícil que pelee fuera del país.
—Pero, como campeón, antes de pelear con él podrías hacer una defensa opcional o, incluso, unificar la corona welter AMB con el invicto estadounidense Keith Thurman (22-0-0-1 SD, 20 ko), quien posee el título interino.
—No, no hay nada, y no quiero pelear con Thurman. Quiero pelear con Mayweather (enfatiza).
—Muchos consideraron que tu victoria ante Broner fue un gran batacazo. ¿Considerás que podrías dar un golpe aún mayor ante Mayweather?
—Si me da la oportunidad, me voy a entrenar como nunca y voy dejar todo sobre el ring, como siempre. No sé si le podré ganar, pero que lo voy a pelear dejando todo, no tengo dudas.
—¿Mayweather es invencible?
—No, yo creo que no. Lo respetaron mucho. (El mexicano Saúl) Canelo Álvarez (42-1-1, 30 ko), uno que pega duro y podría haberlo noqueado, lo respetó mucho y perdió ampliamente, porque se quedó y, Mayweather, hizo su trabajo. A Mayweather hay que meterle mucha, mucha presión, parecido a lo que hice ante Broner, y un poco más también, no respetarlo y estar muy bien entrenado. Si supiera que en 2014 me dará la oportunidad, ya estaría entrenando (se ríe). Pero te repito, Mayweather no es invencible, porque no hay ningún boxeador que lo sea. Hay que sacarse el sombrero ante él, porque es muy bueno, pero todos pueden perder porque, peleas, son peleas.
El camino a la gloria
Marcos René Maidana lleva la mitad de su vida vinculado al boxeo. Desde sus inicios con apenas 15 años, a las órdenes de don Ricardo Linari en Margarita, pasó por todas las etapas formativas de esta disciplina. Se consagró campeón argentino amateur e integró la Selección Nacional, con la que representó al país en numerosos certámenes internacionales y, su récord como aficionado, fue de 87-4.
Debutó como profesional el 12 de junio de 2004 (le GKO 1 al chaqueño Adán Basilio Mironchik en el Club de Regatas de Corrientes) y, 37 peleas y nueve años después, ya conquistó tres títulos mundiales en dos categorías diferentes. “Ni en el mejor de los sueños me hubiera imaginado lograr todo esto y llegar hasta acá. Las cosas se fueron dando muy bien, cada vez mejor. Hubo algunos tropezones en camino pero, gracias a Dios, llegué a la cima y estoy muy bien en mi carrera, lo que me pone muy contento”, contó el oriundo de Margarita.
“Tuve problemas, como poder desvincularme de mi ex manager (el promotor capitalino Mario Gustavo Margossian), o cuando perdí el invicto (el 7 de febrero de 2009, PPP 12 con el zurdo ucraniano Andriy Kotelnik en Rostock, Alemania, en su primera pelea mundialista), pero acá estoy. Eso es tener ganas de salir adelante, de entrenar, de llegar a lo más alto y de ser campeón. ¿Que de dónde saco fuerzas? Del apoyo de mi familia, mi entrenador y todo mi equipo de trabajo. El boxeo es mi vida y mi futuro, y debo dejar todo para mantenerme”, agregó el noqueador santafesino.
—¿Qué enseñanzas te dejó la derrota ante Kotelnik, cuando perdiste el invicto?
—Muchas cosas para aprender. Yo venía peleando con boxeadores que no me ofrecían gran oposición, porque los noqueaba en uno, dos o tres rounds y, después, llegué a pelear por el título mundial, a 12 rounds, y medio confiado también… Pensé que (a Kotelnik) lo iba a noquear también, pero me complicó. Por eso, de ahí en adelante nunca más me confié, para nada. Siempre que iba a pelear sabía que el rival no era fácil y, también, que podía perder. Con ese recelo me entrenaba más y mejor y hacía las cosas en el gimnasio. La experiencia fue positiva, porque aprendí a no confiarme. Hoy, con mucha más experiencia, creo que a Kotelnik le ganaría. La pelea con él fue muy cerrada, pero me sirvió para aprender.
—Y, después, vino otra prueba de fuego, la pelea con Víctor Ortiz.
—Ahí fui de carne de cañón (se ríe), porque Ortiz era el favorito, y el protegido de Golden Boy. Yo no era muy conocido en Estados Unidos y, en las conferencias de prensa, todos los periodistas se iban con él, y yo me quedaba solo. Decían que me llevaron para perder, para que Víctor Ortiz, que lo señalaban como sucesor de Oscar De La Hoya, sea campeón. Pero yo sabía que no podía desaprovechar esta nueva oportunidad, ya que venía de perder con Kotelnik y, se perdía de nuevo, me iba al fondo del mar… Tenía que ganar esta pelea, era ahora o nunca. Fue una guerra, y muy dura; tuve tres caídas, estuve a punto de perderla, pero me levanté y lo tiré dos veces. Él no supo aprovechar los momentos donde estuve un poco sentido, me perdonó la vida y me dejó recuperar. Yo estaba bien entrenado y pude ganarle. Fue la pelea más dura de mi carrera.
—Muchos eligen cuidadosamente a sus rivales, para reducir al mínimo el riesgo en una pelea. Pero, en tu carrera, vos enfrentaste a grandes boxeadores y no esquivaste a ninguno como, por ejemplo, a Erik Morales o Amir Khan.
—En Estados Unidos es difícil elegir, sobre todo si no sos campeón. Tenés que ir y pelear con el que dice el promotor. Pero a mí me decían: “Vas y peleás con éste”, yo iba, porque siempre pensaba que le podía ganar. Con Morales fue otra pelea dura. Es muy bueno y tiene muchísima experiencia. Es un guerrero, pero también le gané. Y, con Khan, también fue igual. Para colmo, me tiró en el 1º round con
un gancho al hígado y tuve que remar contra la corriente toda la pelea. Estuve a punto de ganarle, porque casi lo noqueo en el 10º, pero perdí con un gran boxeador, que supo hacer su trabajo. Igual, creo que hoy a Khan también le ganaría. Esa vez (el colombiano Alex) Ariza (su actual PF) estuvo en el rincón con él, y me comentó lo muy bien entrenado que estuvo Khan para pelear conmigo. Esto demuestra el respeto que me tuvo.
—¿Por qué cambiaste tantas veces de entrenador en tu carrera?
—Así se fueron dando las cosas. Con (el santafesino Guillermo) Serra estuve desde que debuté como profesional hasta la pelea eliminatoria con (el zurdo panameño Miguel) Callist. Después hubo un problema y yo firmé con la empresa alemana Universum y lo tuve a (el venezolano) Rafael Liendo, que no me gustó mucho, porque quería cambiar mi forma de boxear, hacerme más estilista como, por
ejemplo, que peleara con la guardia baja. Esto me complicó. Después vino (el bonaerense, radicado en Estados Unidos) Miguel Díaz, que no me enseñó mucho, me curaba las heridas, nada más. Luego me puse a las órdenes de (el fallecido mexicano Porfirio) Rudy Pérez. Fue un gran entrenador y estuve muy bien y cómodo con él pero, después, tuvo un problema de salud y no pudimos seguir. Y, ahora,
estoy con Robert García, que tiene un estilo medio parecido al de Rudy Pérez. Pienso seguir con él y, si tengo que seguir peleando, lo haré con Robert en mi rincón. Si no sigo con él, será porque no vuelvo a pelear.
—Se notan varios cambios, y muy positivos, en tu estilo boxístico desde que estás con Robert García. ¿Cuáles son los que más destacás?
—Me corrigió bastante. Me siento más tranquilo, más pausado en mi forma de pelear, los golpes son más justos, saco más el jab y las manos y, también, en la cintura ya que, cuando llego al gimnasio, entro en calor con unas cuerdas que cruzamos en el ring, donde tengo que ejercitar esto varios minutos, lo que te afloja antes de trabajar más a fondo.
—También se percibe una importante mejora en la parte física. Por ejemplo, en la pelea con DeMarcus Corley llegaste ahogado al final pero, contra Broner, tiraste golpes todo el combate y terminaste muy bien.
—Para la pelea con Corley no entrené muy bien. Luego, se vieron las ganas de aprender y trabajar que puse en el gimnasio porque, pelear sin estar bien entrenado, no valía la pena. Subir al ring a dar lástima (se ríe), no da… Y cambié los preparadores físicos. Ahora estoy con (el estadounidense, hijo de mexicanos y nacido en Los Angeles) Cicilio Flores, junto con Alex Ariza, que también es muy bueno. Para la pelea con Broner me entrenaron ellos, un mes y medio cada uno, y llegué 10 puntos.
—¿Cuál es tu opinión sobre los comentarios, algunos muy malintencionados, sobre una supuesta pastilla o sustancia prohibida que Alex Ariza te habría administrado en el último descanso de la pelea frente a Broner?
—No le doy mucha importancia porque eso no es cierto. Si fuera cierto sí estaría preocupado pero, como no lo es, estoy tranquilo. Mirá si me hubiera dado una pastilla, ¿me haría efecto en tres minutos? De ser así, tendría que haberme dado algo antes de la pelea, para que recién me haga efecto en el último round. Aparte, en Estados Unidos los exámenes antidóping son rigurosos. Desde que empecé el entrenamiento, durante un mes y medio y, una vez por semana, me hicieron controles de sangre y orina; lo mismo, después de la pelea. Todos los resultados fueron negativos.
Link permanente a la noticia: