MAR
Estaban pintando una de las dependencias del lugar, era una pequeña sala que sirve para las entrevistas y tratamientos personales. El lugar había sido pensado con dos tonalidades de rosa, uno oscuro y el otro mucho más clarito.
El acuerdo y las indicaciones habían sido: las paredes del sur y el norte con rosado oscuro y las del este y oeste de rosado más claro. ¿Sabía cuáles son los puntos cardinales? O por lo menos, ¿tienen sentido para él dentro de ese lugar que ama tanto? En los tachos las pinturas húmedas y crudas le parecían de la misma tonalidad o por lo menos no había diferencia.
Todo era hecho con mucha alegría, un grupo de gente emprendiendo una refacción en una salida de dos por dos, cuidando al detalle los bordes y de no ensuciar nada. Cuáles son los bordes para él?, ¿Los bordes tienen que ver con los límites) ¿Tiene que ver esto con los miedos? Una vez escuchó que una profesional le decía eso a su madre, que lo hiciera evaluar porque para ella, a ojo vista, él estaba en el borde. Siempre en el borde.
De repetir, de ligarse un reto, de no hacer bien las cosas, de lo que puede aprender, de lo que puede dar en “el futuro”, etc. Por eso cuando escucho ese día decir que algunos debían rellenar y otros harían los bordes porque ese es un lugar prolijo donde no se puede fallar, sintió un poco de angustia y temor, pero decidió seguir intentando, aunque sea en el relleno.
Todo estaba casi terminado, cuando se le ocurrió dar el toque final donde a él le parecía que faltaba. Allí debajo de la ventana que da al sur. Ya estaba solo en la salita, cuando mojó el pincel y lo pasó una y otra vez por donde consideró que era necesario, alguien entró justo al lugar y pegó un grito. ¡Noo! ¡Mirá lo que hizo! El niño no se dio vuelta, quedó parado con el pincel en la mano, esperando que le dijeran qué era lo que había hecho, aparte de poner toda su voluntad y buena intención en ayudar a pintar.
Los demás corrieron hasta la salita. Alguien le preguntó ¿no te das cuenta que ese es el rosado más claro? ¡Mirá la mancha que hiciste! Cuando escuchó esto sintió que todas las miradas le quemaban en la espalda. No se dio vueltas, no era necesario.
Desde ese lugar esperaría la sentencia, mientras tanto detrás suyoseguían los comentarios. Por un momento pensó que hace más de 3 días ayudaba en esa obra y que había hecho otras cosas aparentemente bien, pero que nadie se las reconoció. No importa ahora sería juzgado por esta y debía pensar rápido algún argumento que le permitiera escapar de la situación sin llorar, porque eso era lo que sentía en ese momento…terribles ganas de llorar e irse de allí.
En eso entra Paola y espanta a los demás. ¡Bueno, basta! Le dice a los inquisidores. Vayan déjennos trabajar solos, que los artistas sabemos cómo arreglar una obra. Esas palabras resonaron como un bálsamo a sus oídos y a su alma, por un momento sintió como las miradas yano le molestaban en su espalda. El nudo en la garganta mágicamente se había ido. Sintió la presencia de Paola a su lado observando la mancha en la pared.
Miraron un rato en silencio y luego escucho ¡ya se! Vamos a buscar una hoja de diario. Trajeron la hoja, se paró del otro lado del escritorio observando como Paola dibujaba, la miró y la admiró atentamente en silencio, agradeciéndole que fuera su salvadora. Su presencia dibujando le traía mucha paz y los sentimientos angustiosos que había experimentado un rato antes habían desaparecido por completo. Vio en esa imagen a la solidaridad representada.
Hicieron un esténcil, una palabra nueva para sus oídos, una técnica nueva para sus frescos conocimientos. Le gustó mucho, sintió mucho placer y felicidad al ver como el error se transformaba en “el Niño sembrador de estrellas”, como la falta puede transformase en oportunidad para crear belleza. ¿Qué es errar? ¿Qué hacemos con el error como sociedad? ¿Qué sucede en el proceso pedagógico en la actualidad con el error? Estas preguntas y otras que pueden ocurrírseles a ustedes, me dejaron pensando.
Esto ocurrió en La Quinta, una tarde de febrero mientras el verano estaba pronto a retirarse.
Javier Barbona
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