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El autódromo recibió a los primeros equipos que participarán del rally más importante del planeta. Los adelantados de Bolivia, el armado de los vehículos, los personajes imperdibles que merodean la competencia y los diferentes sueños y presupuestos de los pilotos. Todas las imágenes
El Dakar va tomando temperatura de a poco en Rosario. El gris del cielo atenuó el agobiante calor de las últimas jornadas y el cemento del autódromo Juan Manuel Fangio recibió este martes a los primeros equipos que participarán del rally más importante del planeta. Si bien el grueso de los vehículos todavía no habían arribado al circuito hasta el mediodía, esta primera jornada efectiva de la competencia internacional en la ciudad sirvió para empezar a tomar dimensión del movimiento que genera y de las distintas experiencias que pueden convivir en la persecución del mismo sueño.
Los madrugadores de Bolivia
El puñado de fanáticos y curiosos que se llegó hasta el autódromo para observar los primeros movimientos vieron llegar a los integrantes del equipo boliviano Luis Barbery Racing, que inauguraron el parque de descarga. Un impresionante motor home estacionó en el extremo sudeste del playón y a los pocos minutos una decena de muchachos vestidos de rojo empezaron a desplegar neumáticos, cables y aparatos imposibles de descifrar para los ojos inexpertos. Sus cachetes inflados por las hojas de coca no daban espacio para la duda sobre su lugar de procedencia.
Se trata del equipo que asiste a los pilotos Luis Justiniano y Paul Handal. La máquina que participará del Dakar esperaba a un costado, cubierta por una lona, y en uno de sus laterales se podía leer el nombre de los corredores junto a la bandera de Bolivia.
“Vayan a comprar algo para el almuerzo”, ordenó el jefe de equipo. Y ahí nomás tres jóvenes se montaron en una camioneta que parecía lista para la competencia, pero apenas se trataba de un vehículo de asistencia. “Por favor no vuelvan a Rosario para hacer las compras, aquí cerca hay un supermercado en el que van a conseguir todo”, indicó el líder, que había estado en Rosario hace un mes para explorar el campo de acción.
Un impresionante Chevrolet Camaro amarillo rompió el bucólico silencio del circuito a media mañana con un par de aceleradas. Rosario3.com se acercó a hablar con el supuesto corredor que lo conducía. “No, nada que ver. Yo apenas soy un asistente”, confió el muchachito llamado Limbert, que había conducido toda la noche desde Salta hasta Rosario.
Cuando todos los presentes se acercaron a observar la máquina, Limbert no pudo resistir la tentación y encendió el motor desde el exterior. “Les alquilo una vuelta al circuito”, tiró el muchachito simpático y algo fanfarrón.
"Estoy esperando mi auto”
Ernesto Eterovich es otro de los corredores que arribaron al autódromo en la mañana de este 31 de diciembre. Oriundo de Santa Cruz de la Sierra, la ciudad más próspera de Bolivia, el veterano piloto se prepara la travesía junto con su hijo de 19 años. “Acá estamos, un poco preocupado porque mi auto todavía no ha llegado. Me lo prepararon en Inglaterra y la última noticia que tuve es que estaba cruzando la frontera de Chile ayer”, confesó Ernesto.
Eterovich se pondrá al volante de un Lan Rover con motor BMW, que pertenece al equipo Rally Right, conocidos aquí como Los guerreros del desierto. “Necesitamos recibir el auto para plotearlo con nuestro esponsors, espero que esta tarde ya lo tengamos acá”, pidió como deseo de fin de año.
Respecto de los rumores sobre la posibilidad de que grupos indígenas bolivianos impidan el paso del Dakar por territorios que les pertenecen, Ernesto opinó que “no va a pasar nada porque el gobierno ya ha tomado cartas en el asunto”. Igualmente, el piloto del Altiplano aclaró que “sólo los quads y las motos circularán por territorio boliviano”, no así los autos y los camiones.
Dolores de bolsillo
Lo fabuloso del Dakar, entre otras tantas cosas, es la convivencia que se genera entre competidores con posibilidades económicas totalmente opuestas. Así como los adelantados de Bolivia desplegaron un parafernalia impactante y sofisticada (y eso que todavía no llegaron los impresionantes equipos europeos), también están los “locos lindos” que hacen todo a pulmón y le quitan horas a sus trabajos, a sus familias y a sus sueños para subirse a una máquina en esta carrera.
Uno de estos últimos casos es el de Pablo Ríos, quien este martes por la mañana ajustaba detalles de su cuatriciclo Toyota totalmente armado en su taller de la ciudad de Dolores, en la provincia de Buenos Aires.
“La verdad que fue un año de mucho esfuerzo para llegar hasta acá. Hace dos años me anoté, preparé todo, y faltando unos meses me avisaron que quedaba afuera. Por eso ahora esperé la confirmación y después me puse a laburar a full”, contó Pablo a Rosario3.com.
“Yo tengo claro que soy un poco egoísta, porque con toda la plata que puse acá hoy podría estar haciendo un viaje al lugar más lindo del mundo con mi esposa y mis hijos, pero ellos también saben que esta es mi pasión y me acompañan”, agregó el piloto, que trajo a su familia a Rosario para pasar estas fiestas de fin de año. “Muchos piensan en ganar; yo pienso primero en largar y después en llegar, con eso ya seré el tipo más feliz del mundo”, remató.
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