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Una madre dio a luz en un taxi en la ciudad de Rosario, ya que otros cinco no le pararon por miedo y no llegó a la Maternidad Martin. A otra, la tuvo que trasladar un patrullero de urgencia tras parir en el patio de su casa. En la habitación 2 de la Martin, Olga sostenía a Romina en sus brazos. Puro amor.
El quinto piso de la Maternidad Martin guardaba ayer dos historias poco usuales separadas por una pared. En la habitación Nº 2: la de Romina, una chiquita que nació en un taxi en movimiento; y en la sala Nº 3: la de Ian, el bebé que llegó a la vida en el patio de su casa y fue trasladado en un patrullero de urgencia porque no podía respirar. Las mamás de ambos contaron cómo dieron a luz a sus hijos.
Cuando La Capital llegó hasta el extremo del corredor donde estaba Romina, su madre Olga se mostraba asustada. La niña recién se había "ahogado un poco", contaba Graciela, la abuela paterna, por lo que una médica recomendaba no acostarla inmediatamente después de alimentarla.
La madre se tranquilizó y se animó a tener una charla con este diario. Poco antes de las cinco de ayer, Olga y su hermana Marta esperaban en la esquina de Génova y Travesía "cualquier auto que parara" para llegar lo más pronto posible a la maternidad. La joven embarazada tenía fuertes contracciones y sabía que era tiempo de que su beba naciera. En medio de la oscuridad de la húmeda madrugada, pasaron al menos cinco taxis que no se detuvieron. "Acá no para nadie; es una zona peligrosa", decía Olga con su nena en brazos mientras le daba la teta.
Sin embargo, Alejandro de Marco, un peón que desde su unidad advirtió que en esa intersección había una necesidad urgente, decidió prestar el servicio.
Las dos hermanas viajaban en el asiento trasero en lo que hasta ese momento parecía un trayecto normal. Pero un obstáculo no tardaría en presentarse. En medio de la emergencia, en la zona del cruce Alberdi, la barrera del ferrocarril impidió la circulación del taxi. Había que buscar otra alternativa para llegar al centro asistencial.
El auto siguió su curso, pero, en cercanías del Hospital Centenario, ocurriría otra situación clave. Olga rompió bolsa, su niña estaba naciendo. El taxista hacía lo imposible para llegar hasta la maternidad, mientras Marta ayudaba a su hermana. "Me dijo que sentía la cabecita de la nena", contó la madre sobre lo que su acompañante experimentaba. Hasta que Romina al fin nació.
La orden de la hermana de la mamá era que el taxista no se detuviera. El peón cumplió, a la vez que pidió que no se abrieran las ventanillas para conservar el calor.
Marta tomó una manta y envolvió a la chiquita. Pasadas las 5.10, el vehículo paró frente al ingreso principal de la Maternidad y pidió una camilla. Orlando Meza, personal de seguridad, le preguntó qué ocurría. "Nació un bebé en el auto", le respondió el tachero, que a esa altura no tenía ni idea del sexo del niño.
Una médica se acercó hasta el rodado y culminó la intervención. Cortó el cordón umbilical y condujo a madre e hija al interior de la Martin. Poco después, Olga y Romina ya estaban en perfecto estado. La cuarta hija mujer de la madre de 29 años y su pareja de 27, pesó 2,60 kilos.
Llegó al Heca en un patrullero. Mariana Díaz, de 31 años, caminaba el jueves por la tarde por su barrio (Unidos, detrás del Mercado de Concentración). Había salido a “hacer los mandados” en su semana 39 de embarazo cuando rompió bolsa en medio de la calle. Afortunadamente, un automovilista la asistió y la llevó hasta su casa. Una vez allí, su bebé, Ian, no tardaría en nacer: lo hizo en el patio de la vivienda, sin tiempo para nada más.
Pero el chiquito “no respiraba”, dijo su madre ayer. Se necesitaba atención médica urgente, aunque en la zona las ambulancias no ingresan por la inseguridad. Los vecinos las llamaron y no tuvieron eco. Por eso, hubo que apelar al sistema 911.
A los pocos minutos llegó un patrullero que, ante cierto desconocimiento y nerviosismo, llevó a madre e hijo al Hospital de Emergencias Clemente Alvarez (Heca). Sin embargo, a pesar de no ser un centro especializado en maternidad, Ian recibió su primera atención y, una vez que se recuperó, fue trasladado a la Martin.
El chiquito arribó cerca de las 21.30 y quedó internado en Neonatología, mientras su mamá esperaba ayer tenerlo en sus brazos. El estado era delicado.
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