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El ofidio fue hallado cerca de un jardín de infantes y causó sorpresa entre los vecinos ya que su hábitat es acuático. A pesar de ser inofensiva para el ser humano y depredadora de roedores, fue neutralizada al creer que se trataba de una yarará.
Esta mañana, en cercanías del Salón de Usos Múltiples de la Vecinal de Barrio Guadalupe y a pocos metros del anexo del Jardín de Infantes Nº 8060 “Gabriela Mistral”, fue hallado este ejemplar de casi dos metros de longitud. Ante la presencia de esta víbora de gran tamaño y creyendo de que se trataba de una serpiente venenosa o yarará, fue muerta a golpes por los vecinos de calle Pueyrredón.
Sin embargo, a poco de investigar se descubre que es en realidad una anaconda amarilla o curiyú (Eunectes notaeus); que vive mayormente en hábitats acuáticos incluyendo charcas, margas, bancos en ríos y arroyos lentos.
La curiyú, como otros ofidios, es comestible asada o frita luego de quitarle la piel y esvicerarla cuidadosamente (en las vísceras puede tener, como otros muchos animales, parásitos); por ser comestible ha sido uno de los diversos ingredientes alimenticios para las etnias indígenas en donde este ofidio se encuentra. Por otra parte al ser inofensiva para el ser humano y alta depredadora de roedores ha sido tradicional, especialmente en fincas campestres, tener al menos una curiyú viva para combatir plagas de ratas y roedores “domésticos” similares./Revista Rescatados/
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