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El estudio fue realizado por investigadores del INTA, la UNL y la Universidad Nacional de San Martín
Un estudio realizado por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), la Universidad Nacional del Litoral (UNL) y la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) detectó la presencia de 30 agroquímicos y metales pesados en la cuenca del río Salado. El informe, titulado “Calidad ambiental y ecotoxicidad de sedimentos de la cuenca baja del río Salado sobre larvas de anfibios”, fue difundido por la revista internacional Science Direct.
Las muestras fueron tomadas en tres sitios diferentes de cuenca del Salado: el Estero Cululú, la costa del camping municipal de Esperanza y el balneario municipal de Santo Tomé, lugares donde el río recibe contaminantes residuales agrícolas e industriales.
Según señala un artículo publicado por el diario Tiempo Argentino, los treinta plaguicidas diferentes se detectaron en todas las muestras de agua y sedimento.
Los resultados de laboratorio arrojaron la presencia de clorpirifós (prohibido en Estados Unidos y la Unión Europea), diazinón, glifosato y su metabolito (ácido aminometilfosfónico, AMPA), acetoclor y atrazina. Además, entre los pesticidas detectados se encontraron rastros de carbofurano e imazapir, los más peligrosos para los organismos acuáticos al estar clasificados como Clase I (Altamente Tóxicos).
En cuanto a los metales pesados se encontraron cromo, cobre y hierro, provenientes de actividades industriales, en cantidades elevadas y persistentes por la falta de controles.
Las fuentes de contaminación
El referido artículo de Tiempo Argentino destaca que los especialistas concluyeron que “la actividad agrícola es la principal fuente de contaminación” por el uso masivo de plaguicidas, ya que luego de su aplicación en las zonas agrícolas “son transportados hasta los ecosistemas acuáticos” a los que terminan afectando y poniendo en peligro.
Además, señala que la gran variedad de agroquímicos detectados indica su presencia generalizada en el agua y los sedimentos de esta cuenca, donde “el riesgo de exposición crónica de los organismos vivos a las mezclas de biocidas es inevitable”.
“La presencia de los residuos de treinta agrotóxicos en el río Salado es la prueba contundente de que las llamadas buenas prácticas agrícolas no funcionan, al menos en una gran escala”, manifestó a Tiempo Argentino Rafael Lajmanovich, investigador principal del Conicet y profesor titular de la Cátedra de Ecotoxicología de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional del Litoral (UNL);
Como conclusión del informe, los investigadores afirman que la cuenca se encuentra “significativamente degradada y puede representar un riesgo para la biota acuática”.
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