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“El Niño está instalado, tiene una intensidad entre fuerte y moderada y seguirá hasta por lo menos abril del 2016”, sentenció José Luis Aiello, el especialista en clima a cargo de la Guía Estratégica para el Agro (GEA) de la Bolsa de Comercio de Rosario. Aclaró que “la campaña gruesa 2015/16 se desarrollará” con estas características.
Sin embargo, para el climatólogo no existe una correlación directa y unívoca entre un fenómeno El Niño y lluvias intensas. Es que este evento “no es el único mecanismo que explica las lluvias, hay otros índices y efectos regionales que dependen del Atlántico y de otros mecanismos dinámicos de la atmósfera”, aclaró.
De todos modos, indicó: “Con un 80% de probabilidad, en años Niños, hay lluvias por encima de lo normal en una región que va desde el sur de Brasil hasta el centro de la provincia de Buenos Aires, y a pesar de que dentro de la misma se observan pulsos de sequía, lo que sucede es que en el total del área hay predominancia de valores mayores que lo normal”. También llamó a “ser muy cuidadoso” y “lamentablemente con El Niño se hizo un efecto mediático que confunde a los agentes del sector agropecuario”.
Por eso, a la hora de trazar pronósticos, prefirió indicar que “excepto en el NOA y sur de la provincia de Buenos Aires, el efecto Niño generará mecanismos que van a favor de la provisión de lluvias, su mayor impacto se dará en una zona que va desde el sur de Brasil y todo el Litoral, una de las consecuencias se traducirá en buenos rendimientos de soja y de maíz”.
Variabilidad extrema. Pero como en materia de pronósticos nada es certeza, algunos climatólogos ponen un mayor acento en alertar a los productores y —además a las poblaciones urbanas en general— sobre el impacto de El Niño fuerte, algo en el que todos coinciden. Eduardo Sierra, climatólogo de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires y de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (UBA), explicó que este año se suma al fenómeno de El Niño, asociado a un incremento en las precipitaciones, una serie de inestabilidades climáticas que vienen afectando a la región desde 2007.
“Nuestro enfoque es que desde 2007 entramos en una etapa de variabilidad climática muy fuerte, por eso ese año nevó en Buenos Aires, por eso tuvimos dos años de seca terrible en 2008 y 2009, después llegaron lluvias y sequías otra vez. Pasamos por todos los extremos, sin necesidad de El Niño”, explicó Sierra.
Para el climatólogo, a ese fenómeno de variabilidad hay que sumarle el efecto de El Niño, que esta temporada va a traer lluvias muy concentradas en poco tiempo.
“Vamos a tener quizás uno o dos episodios por mes, pero de mucha intensidad”, dijo y recordó que “en 2012 no fue un año Niño y se inundaron 11 millones de hectáreas en la provincia de Buenos Aires”.
Como recomendación para los productores agropecuarios, Sierra opinó que hay que prepararse para “la incertidumbre y no para el pronóstico”.
“Desde las fuertes precipitaciones de agosto no aparece hasta mediados de octubre una tormenta fuerte. Hay que estar preparados, limpiar canales, eso se puede hacer y sirve mucho”, dijo.
En plena irrupción de El Niño, Juan Minetti, doctor en ciencias meteorológicas e investigador del Conicet, anunció picos de precipitaciones para los meses de noviembre y diciembre.
Minetti, quien es director del Laboratorio Climatológico Sudamericano, participó de una charla en la Sociedad Rural de Jesús María (Córdoba) donde presentó el panorama meteorológico para la próxima campaña agrícola, al mismo tiempo que reflexionó sobre la variabilidad climática observada en el país y la región durante los últimos años.
Luego de ocho años de una creciente tendencia hacia la sequía, desde 2014 Argentina se encuentra experimentando un clima de condición lluviosa.
Según expresó Minetti, estas condiciones excedentarias vienen manifestándose desde la primavera pasada, habiendo alcanzado un pico récord en febrero del presente año.
“Los excedentes de agua de febrero pasado superaron los valores históricos medidos desde 1873”, sostuvo al mismo tiempo que lamentó la capacidad destructiva de los aluviones en materia de infraestructura hidráulica: puentes y vados caídos, caminos anegados, canales de desagüe colapsados, entre otras cosas.
Para Minetti, el fenómeno de El Niño se está produciendo en un contexto de condición lluviosa, que inició el año pasado en el caso de Argentina.
Respaldado por los indicadores climáticos de las estaciones sudamericana, europea y americana, aseveró que el impacto de dicho fenómeno se intensificará en el país en los meses de noviembre y diciembre a través de importantes aluviones.
En ese sentido, llamó a enfrentar el problema de los sobrantes pluviales, a modo de evitar nuevas catástrofes en las economías regionales. “No sólo se trata de un problema de orden climático. Estos excedentes hídricos van a caer justo en un período de transición política, lo que implicará ausencia de decisiones a nivel nacional y provincial”, remarcó.
En otras palabras, explicó: “Frente a esta situación acuciante que ocurrirá en primavera, no sabremos quiénes del poder político van a tomar las decisiones que atañen la seguridad de la población y a la infraestructura del sistema productivo”.
En las últimas semanas, en Santa Fe la situación generó alertas al punto tal que desde la provincia y la Municipalidad de Rosario, se conformaron comités de seguimiento de fenómenos climáticos adversos, con la intención de que este evento —en general seguido de cerca por el sector agropecuario pero poco analizado desde lo urbanístico— sea lo más benigno posible para la población.
Por otra parte, y en función de las inundaciones de hace un par de meses cuando arrancó la expresión de El Niño, el senador provincial Lisandro Enrico, presentó un proyecto en la Legislatura para que se apliquen duras sanciones a los productores agropecuarios que realicen canales clandestinos en sus campos, acciones ilegales que dijo “impiden el escurrimiento natural de las aguas”.
Los tiempos de siembra. Desde el aspecto puramente agronómico, Aiello comentó que “los efectos de El Niño empezarán a hacerse evidentes hacia fines de octubre”. Con los problemas de costos de este año, es importante asegurar las siembras de soja para evitar el doble costo de resembrar. Pero las siembras comenzarán a generalizarse después del 20 de octubre y quedarían a merced del efecto “regadera”.
“Los datos de octubre muestran que deberíamos recibir precipitaciones en torno a las medias. Pero será un año donde la siembra de la oleaginosa se realice con los temores a las lluvias convectivas y en el que se estará muy pendiente del avance de los frentes de tormentas para cubrir cada lote”, dijo y explicó que “con más costos por el refuerzo de herbicidas residuales ante los lavados, los nuevos productos para malezas resistentes, el gasoil y el flete, producen un impacto significativo en el rinde de indiferencia. La suba interanual en los costos se calcula en 20-30%, por lo que hablamos de un rinde de indiferencia de 22 a 25 qq/ ha en campos propios”.
Según detalló un informe del GEA, el 45% del cultivo de trigo está en encañazón y el 33% en hoja bandera. Los primeros sembrados alcanzan la espiga embuchada (19%) y una mínima porción de lotes está espigando. En este periodo crucial de definición de rindes, la condición del cultivo es buena a muy buena en el 80% de los cuadros.
Por otro lado, las pulverizadoras no descansan y la enfermedad tampoco. Muchos cuadros fueron tratados obteniendo buenas respuestas al control. Los primeros indicios de rindes apuntan a alcanzar los 30 a 40 qq/ha, pero se nota mucha diferencia entre los planteos de alta y baja tecnología en función a los niveles de fertilización. Este factor se trasladaría en grandes desvíos en el rinde medio.
En tanto, la siembra maicera temprana consigue un avance del 93%. “Hay zonas con limitada humedad y otras que fueron bendecidas con una llovizna en la última semana que hizo fluir las labores. Pocos lotes están emergidos pero con un stand de plantas prometedor”, indicaron desde el GEA.
Este escenario climático con tanta incertidumbre, sumado al componente político de la definición electoral, a la situación económica local y la tónica bajista que ofrecen los precios de los granos, está llevando al productor a restringir el uso de paquete tecnológico, incluidos los fertilizantes, algo que llevó a los proveedores a recomendar “gastar mejor” al encarar la próxima siembra gruesa.
Según Jorge Bassi, presidente de Fertilizar, “ante la incertidumbre, el productor recorta gastos” en el marco de las decisiones de inversión que adopta frente a la próxima cobertura de maíz o soja y, por ello, este recomendó que “si se gasta menos que se gaste mejor” en la compra de fertilizantes en la búsqueda de estimular la productividad.
Bassi consignó que “a pesar de las dificultades económicas que se plantean en esta campaña, la salida no es recortar el uso de fertilizantes sino buscar la máxima eficiencia aplicando las dosis correctas y lograr un mejor uso de estos insumos”.
En línea con las estimaciones de caída previstas por distintas entidades granarias de Argentina, especialmente para las áreas de siembra de trigo y maíz, pese a que se esperan un clima favorable para los cultivos, desde el sector privado descuentan que esto tendrá su impacto
sobre los niveles de inversión en maíz o soja.
Márgenes ajustados. Al respecto, María Fernanda González San Juan, gerente de Fertilizar -entidad que agrupa a las principales firmas proveedoras de estos insumos- consignó que “el año agrícola con una coyuntura económica importante y donde los márgenes para el productor son muy ajustados, y allí es necesario recurrir a toda la información necesaria para cultivar”.
“Con este escenario, es fundamental hacer bien los números para ajustar la curva de rendimiento”, comentó González San Juan. También consignó que “tenemos una encuesta de intensión de uso que advierte sobre un recorte en el uso de las dosis, y allí decimos que el secreto no está en recortar sino en acomodar el paquete tecnológico a la situación que ofrecen los precios de los granos que tenemos hoy”.
Por ello, las compañías del sector recomiendan a los productores, durante la presente campaña gruesa, donde se descuenta que habrá una contracción en el empleo de fertilizantes y otros insumos agrícolas, que se disponga un buen análisis del suelo, algo que de definitiva tiene un costo que ronda los 200 pesos y reporta datos que, en definitiva, favorecerán la productividad de los suelos cultivados.
Estos conceptos contrastan con lo dicho por informes oficiales, del Inta o bien del Conicet, que ponderan las posibilidades que tienen los suelos locales de registrar incrementos de un 40 por ciento en los rindes de maíz y soja con el empleo de ciertas condiciones, entre los que figura el uso de paquetes tecnológicos que potencien la productividad.
Los mismos informes dan cuenta de la necesidad de utilizar tecnología para atender el enriquecimiento y mantenimiento de los suelos agrícolas, ya que por caso el 70 por ciento de los mismos plantean deficiencias en fósforo o zinc, entre otros.
Agro Clave
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