DIC
Espacio literario, dedicado a las personas amantes de la lectura.
NAVIDAD
Los relámpagos alargaban la tenue luz de un día nublado, inmersos ya en la noche lluviosa, bendita y con ráfagas de viento refrescante, tanto más o igual que la lluvia.
Ella terminaba de freír la última torta frita y se disponía a cargar la pava para calentar el agua para el cocido. Puso un repasador en la mesa y sobre él la fuente con más de diez tortas, pues aún no quería convencerse de que una vez más cenaría sola, no quería aceptar la realidad, su realidad.
Enviudó hace más de veinte años. Ya cada uno de sus cinco hijos partió a hacer su propia vida, con su familia, con sus hijos.
Sorbía y degustaba su manjar en solitario, acompañada únicamente por el sonido de las gotas de lluvia en su techo. Su mirada fija y perdida en la pared de enfrente, parecía oírlos a todos, sus risas, charlas, gritos, discusiones, hasta que reaccionaba y veía nuevamente las sillas vacías. Desviaba la mirada a los portarretratos en el viejo aparador y ahí estaban todos, con las sonrisas eternas, se sentía otra vez acompañada y hacía de cuenta que estaba con todos y se le dibujaba una leve sonrisa. Los recuerdos de cada foto la invadían y llegaba la muchas veces ausente carcajada y gozaba, hasta caer nuevamente en la realidad. Y esos labios que se estiraban al reír ahora comenzaban a temblar y recibían una lágrima y otra y otra más, entonces atinaba a secarla y cambiar lo salado de su lágrima por lo dulce del mate cocido.
Miraba su celular, lo compró para estar más cerca de todos, pero al fin de cuentas la hizo sentir más sola, no lo entendía mucho pero aprendió lo básico. Envió un mensaje, un mismo texto a todos los contactos de su agenda, que en total eran todos sus hijos y nietos, “Hola, cómo estás? Qué estás haciendo? Yo acá hice muchas tortas fritas, vení”. Las respuestas variaban en cantidad de palabras pero todas con el mismo sentido: “ok”, “hola”, “mañana te llamo”, “estamos cenando” “no tengo tiempo”…
Dejó el celular sobre la mesa, levantó la taza semivacía y la fuente casi intacta, apagó las luces del comedor y fue al dormitorio, apagó la luz de la habitación y encendió el velador. Se acostó y miró a su lado, le pareció verlo, con la sonrisa de siempre y los ojos cansados, estiró la mano y le habló, como no sintió nada y nadie le respondió, cerró sus ojos, estiró su otro brazo y a tientas apagó la luz.
Los relámpagos iluminaban la habitación, comenzaron los truenos, no, no eran truenos, eran tiros y pirotecnia. Ya eran las doce, ya todos festejaban en familia. Abrió los ojos y, en uno de esos destellos, vio a todos sus hijos y nietos parados al borde de la cama que con sus manos la saludaban. En el siguiente instante lumínico lo vio a él que la llamaba.
Cerró lentamente sus ojos, sintió nuevamente el sabor salado en sus labios y que todo su ser se elevaba.
BIOGRAFIA
JOSÉ ALEJANDRO ARCE: nació en Bella Vista, Corrientes, Argentina, el 13 de enero de 1972. Escribe poemas, cuentos y relatos. Tiene editados seis libros, tres de poemas y tres de cuentos; un poemario inédito artesanal; y ha sido editado en seis antologías, dos internacionales, una nacional y tres provinciales. Director y editor de la revista literaria digital POETA y lleva adelante la editorial de libros artesanales AZAHAR ediciones. Organizador de eventos literarios y ferias del libro en su ciudad y en la región
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